Apariciones
Anoche mientras dormía, viniste a despertarme.
Descorriendo pausada, el suntuoso tul de los años,
descubriste el lecho donde te aguardo sin resignarme.
Has de haber cruzado el profundo océano del olvido guiada por mi canto hecho de recuerdos y lágrimas.
Las plantas de tus pies, las palmas de tus manos suspiran arrugas de agua.
Estelas surcan continuas los tempestuosos mares del sueño. La muerte no se anima donde por ti me atrevo.
Tu rostro luce igual, como cuando bajo mis caricias se estremecía. Surge a través de la bruma salada viniendo hacia mí.
Coronado de lustroso azabache tu mirar altivo, enmarcado finamente refulge desde sus ventanas oblicuas. Ventanas a las cuales me he asomado solo para observarme.
Sobresaltado de amor, por tu visita, con la juventud quimérica fluyendo de nuevo mi ruina, veo tu mano erguirse, sosteniendo en ella, cual delicada bandeja, de tus labios marchitos nacido para mí un nuevo beso.
Minccio Rivalta
lunes, 27 de junio de 2005
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