Bordes.
Delira al borde brillante del amanecer, con sus siempre desnudas carnes pálidas entre las sábanas.
Y es tu nombre el que palpita en sus rojos sueños, humedeciendo el pródigo refugio donde descansa su secreto almibarado.
Cristales color caramelo, que adornan su bello rostro.
Ellos tan llenos de vida te espían al borde de la noche sin decir.
Se agita temprano el ávido cuerpo hambriento aún sin despertar, y en un profundo remolino de ahogados gemidos se confunden las firmes piernas, ¡tan condenadas!, en un apasionado abrazo al vacío.
Cristales color caramelo, llenos de noche te espían sin decir desde el borde insondable de la vida.
Minccio Rivalta
30 marzo 1988.
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