Dirigida por Mikael Håfström y escrita por Michael Petroni y Matt Baglio, con las actuaciones de Colin O'Donoghue, Anthony Hopkins y Ciarán Hinds entre otros.
Sinopsis: Un joven seminarista católico viaja a Roma para tomar un curso como exorcista.
Katsuto dijo: El anterior pontificado de Juan Pablo II reabrió, hace pocos años atrás, la cátedra para instrucción de sacerdotes exorcistas. Sus motivos habrá tenido, no es este mi tema. La película en cuestión gira sobre este particular asunto, además se la ha promocionado como basada en hechos reales. Este punto es el que en mí produce una constante incredulidad al ver esta obra. Si no se hiciera hincapié en este punto, hubiera disfrutado del buen guión, de las buenas actuaciones, su montaje y fotografía, incluso su banda de sonido. Lo hubiera disfrutado porque la película, que no es nada del otro mundo cabe aclarar, es al mismo tiempo un buen entretenimiento, que es, creo lo que uno espera a la hora de ver cine.
Más inquietante que la película me parece pensar que esto, este pasando en nuestro siglo, no me refiero a que el demonio esto, o que dios aquello, me refiero a que de nuevo la iglesia vuelva a repetir estas prácticas que parecía que había abandonado, pero que al momento, es obvio, jamás superó.
Esto es muy particular y subjetivo, es mío y no es regla de nada, pero debía decirlo pues en cierto punto me arruinó la historia.
Para disfrutar de la ficción el hombre tiene un mecanismo al cual los poetas desde siempre llaman Fe Poética. Es un proceso automático e inconsciente que se activa para permitir el disfrute en un determinado momento y por un determinado espacio de tiempo de una obra, que uno sabe de ficción o irreal. Termina la obra y volvemos a la realidad, así es en la mayoría de las personas. Pero para que dure esta magia que nos permita el placer de contemplar una obra, en lo posible debemos evitar su contacto con la realidad, sea este real o imaginario, pues de lo contrario la ficción o bien no lo es y se disfruta desde otro lado, cine testimonial, de qualité, histórico etc., o bien este detalle hace que no transitemos plácidamente por este momento en donde sometemos a descanso nuestra incredulidad permitiéndonos el creer en algo que sabemos que no es cierto.
En definitiva creo que la realidad, en este caso, del Vaticano no ha influido positivamente en Hollywood.
Sinopsis: Un joven seminarista católico viaja a Roma para tomar un curso como exorcista.
Katsuto dijo: El anterior pontificado de Juan Pablo II reabrió, hace pocos años atrás, la cátedra para instrucción de sacerdotes exorcistas. Sus motivos habrá tenido, no es este mi tema. La película en cuestión gira sobre este particular asunto, además se la ha promocionado como basada en hechos reales. Este punto es el que en mí produce una constante incredulidad al ver esta obra. Si no se hiciera hincapié en este punto, hubiera disfrutado del buen guión, de las buenas actuaciones, su montaje y fotografía, incluso su banda de sonido. Lo hubiera disfrutado porque la película, que no es nada del otro mundo cabe aclarar, es al mismo tiempo un buen entretenimiento, que es, creo lo que uno espera a la hora de ver cine.
Más inquietante que la película me parece pensar que esto, este pasando en nuestro siglo, no me refiero a que el demonio esto, o que dios aquello, me refiero a que de nuevo la iglesia vuelva a repetir estas prácticas que parecía que había abandonado, pero que al momento, es obvio, jamás superó.
Esto es muy particular y subjetivo, es mío y no es regla de nada, pero debía decirlo pues en cierto punto me arruinó la historia.
Para disfrutar de la ficción el hombre tiene un mecanismo al cual los poetas desde siempre llaman Fe Poética. Es un proceso automático e inconsciente que se activa para permitir el disfrute en un determinado momento y por un determinado espacio de tiempo de una obra, que uno sabe de ficción o irreal. Termina la obra y volvemos a la realidad, así es en la mayoría de las personas. Pero para que dure esta magia que nos permita el placer de contemplar una obra, en lo posible debemos evitar su contacto con la realidad, sea este real o imaginario, pues de lo contrario la ficción o bien no lo es y se disfruta desde otro lado, cine testimonial, de qualité, histórico etc., o bien este detalle hace que no transitemos plácidamente por este momento en donde sometemos a descanso nuestra incredulidad permitiéndonos el creer en algo que sabemos que no es cierto.
En definitiva creo que la realidad, en este caso, del Vaticano no ha influido positivamente en Hollywood.
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