Codicias II
En el primer momento en que la vi me prendé de ella.
Luego la perdí de vista y por ese entonces comencé a soñarla.
El tiempo pasó y con él se llevó mi sueño.
Así la vida sin yo quererlo volvió a apagarse.
Luego de mucho tiempo alguien me la trajo, primero a la memoria al hablarme de ella.
Dije sí y volvió a entrar en mi vida.
Ahora tenía nombre, y voz, y miradas.
La fui haciendo aún más bella mientras la espiaba de día en día.
Así sin soñarla volví a estar prendado de ella.
Al no ser libre me convertí en su esclavo.
Con la esclavitud comenzó el sufrimiento.
Así el deseo al mezclarse con el dolor me hizo sentir vivo.
Amaba tanto su voz aún más que su carne.
Su cuerpo no era mío pero cada sonido de su voz, cada mirada, cada olor trepado a sus palabras yo lo bebía apasionado.
Y llegó el día en que volví a perderla. Cuan amarga fue la despedida que no existió jamás.
Pasó nuevamente el tiempo y recomencé a soñarla.
Los años se acumularon hasta decir basta, y al perder mi sueño de ella, logré sin voluntad romper mis cadenas de esclavo.
De tanto en tanto hay algo en el cielo o en el murmullo del árbol que me prepara para un reencuentro que se demora en esta nada.
by Eduardo A. Denegri 2006
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